miércoles, 31 de agosto de 2011


(parte 22)

 
Fray Luis de León fue entonces para Ana el apoyo moral que Juan de la Cruz no parecía estar dispuesto o no estuvo en condiciones de ser, convirtiéndose no sólo en su consejero, sino un ejecutor, muy pronto único del "breve de las monjas". La amistad de ambos se había ido consolidando poco a poco y aunque es parte procedía de herencia teresiana, se hizo conquista personal, primero con el ingreso de isabel Osorio, sobrina de fray Luis, en el carmelo de Santa Ana; luego, muy especialmente, en los años de preparación conjunta de la primera edición de las obras de Santa Teresa, de la que él se había encargado y que dedicó a la madre-priora.
El ya anciano profesor salmantino pasaba a ser ahora su representante en "el mundo" en el que ella, monja de clausura, no podía irrumpir, pero de cuyos actos y consecuencias, se responsabilizaba desde el claustro. Lo será abierta y públicamente hasta que Felipe II, por medio de sus consejeros, dicte sentencia y prohiba a fray Luis, pococ meses antes de su muerte, continuar en el caso.
La relación entre Ana y el viejo León, que dedicaba las últimas energías de su vida en la defensa de las descalzas, fue intensa, tanto que escandalizó a los doristas, siempre predispuestos a encontrar motivos de escándalo en las amistades heterosexuales de las monjas. Fué además, relación de consecuencias literarias: fray Luis reorganiza, prosigue y concluye en estos tiempos recios, también para él, su Libro de Job, y aunque no sabemos a ciencia cierta si ello fue enteramente a petición de Ana, a ella dedica la obra y así consta en su inicio.

Las alusiones al drama real, presente y vivo del que la dedicatoria es testimonio, y que ambos sufren, quiere ser asímismo un programa purificador en el sufrimiento gozoso, a la vez "nueva ciencia" de la paciencia -ya no del éxtasis místico- de la que también es maestra la carmelita admirada, ahora en su fortaleza, por el escritor agustino.

En abril de 1591, el breve Salvatoris concedido por Sixto V a las descalzas había sio revocado. Gregorio XIV otorgó un nuevo breve, punto intermedio entre las pretensiones de Doria y de Ana de Jesús.

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