domingo, 28 de marzo de 2010

Ana de Jesús y la escritura


No fue la madre Ana escritora por vocación, ni por obediencia, en un mundo, el teresiano, familiarizado con la escritura, y en un circulo formado por eminentes escritores -santa Teresa, san Juan, Jerónimo Gracián, Maria de san José-, y al que por derecho propio perteneció. Es ama que cuando le pedían ue escribiese -y lo hizo con más que corrección cuando convino, como hemos visto (a y hemos de ver (lo)- solia responder, saliendo al paso con humor: "Escrita me vea yo en el libro de la vida, que otros escritos no los apetezco" ("l. Y, sin embargo, será justamente ella la que asuma con celo y tesón la tarea de rescatar de la Inquisición, y publicar luego, los escritos de santa Teresa de Jesús (12), tarea que ha de llenar y marcar los años de su priorato en Madrid y con la que, en principio, salvaguarda la herencia espiritual teresiana materializada en !;u escritura, pero empresa que habrá de completar con la no menos importante transmitida en el seno de la vivencia y convivencia conventual, cuando en 1591, se erija, asimismo, en defensora de las Constituciones teresianas primitivas (13), frente a las innov;iciones distorsionadoras introducidas por el nuevo Provincial y primer General descalzo, Nicolás Doria (14).

sábado, 13 de marzo de 2010

En Camino de perfección con Santa Teresa


Ana tiene 24 años. Es el 31 de Julio de 1570. Santa Teresa está en la fundación de Toledo, por lo tanto es recibida en el convento de San José de Ávila por la Madre María de San Jerónimo. Viste el hábito al día siguiente 1 de agosto y toma el nombre de “Ana de Jesús”[2].

Ya nunca más será “Doña”, esto en nuestra época puede parecer una tontería, pero hay que tener en cuenta que entonces muchos se arruinaban para poder “comprar” el mínimo título que le avalase como “cristiano viejo”. Ella quería ser “Ana de San Pedro” pero fue la misma Santa Teresa la que dio orden desde Toledo del nombre con el que será conocida internacionalmente esta intrépida carmelita. Nada más llegar, Ana sorprende a las monjas por su observancia, docilidad, sencillez y rendida obediencia, manifestando un cariño especial por las enfermas. Poco después regresa la Santa y se conocen personalmente.
fuente: carmelo puzol