viernes, 26 de noviembre de 2010


PARTE 6
Encuentro, a mi modo de ver, de poca trascendencia para el conocimiento mutuo, en especial si reparamos en el leve y lógico tanteo que se producirá en Beas por parte de la madre Ana, al inicio de lo que será verdadera y privilegiada relación posterior, pero que Manrique, desde la perspectiva de 1630 y de los hechos ocurridos y sabidos, que en la realidad de 1570 se producirán luego, rvestirá de solemnidad e importancia decisiva, dotanto al encuentro de Mancera de un carácter premonitorio y definitivo:

Allí se vio (Ana) la primera vez con el venerable Padre Fray Juan de la Cruz: allí se conocieron los caudales, se leyeron los corazones, se comunicaron los espíritus; y se vinieron, para lo restante de sus vidas, en vínculo de charidad indissoluble. Mucho habían dicho la Santa Madre a entreambos, a cada uno del otro; nada les pareció encarecimiento. Ambos hallaron lo que había creído, y algo más: y se pagaron muy vastamente en darse a conocer, lo que habían deseado conocerse. Alí repasaron los dos con gran fervor las liciones más altas de su Maestra (...) Allí a los rayos de las palabras de cada uno sintió el otro en su alma mas fervores. (II, II, 82-83)

Pero, de hecho, y a pesar del énfasis con que Manrique insiste en la importancia del encuentro, valiéndose del refuerzo retórico de la repetición anafórica con que despliega su arte de la persuasión y de la imagen final, de referencia pictórica, de las palabras hechas rayos intercambiados por lo muy penetrantes, este primer conocimiento mutuo no tendrá consecuencia manifiesta. Habremos de esperar ocho años más para que una efectiva y sólica relación, prácticamente, comience y se afiance en Beas.

EL PARAISO ANDALUZ

Lugar común de biógrafos y estudiosos de la vida y la obra de San Juan de la Cruz es el recuerdo de la llegada a Beas del santo, en el verano de 1578, camino del carmelo de El Calvario, después de asistir al capítulo de Almodóvar y haberse fugado de la cárcel de Toledo en donde le habían tenido apresado los calzados. Sabido es que era priora de Beas, por aquel entonces, Ana de Jesús y que en el locutorio el carmelo fundado por ella, sólo tres años antes, hubo cantos de liras, a manera de consolación y bienvenida al fraile enfermo y maltrecho, trasposición de éste ante tanta dulzura, acaso ya intercambio de poesías, rubricado todo por el inicio de lo que será piedra de toque y vínculo fuerte en la unión de Juan con la comunidad: su tarea de confesor, de director, más bien, de almas de élite: Francisca de la Madre de Dios, Lucía de San José, Magdalena del Espíritu Santo, Catalina y María de Jesús.


...6/continúa.