jueves, 25 de diciembre de 2008

Introduccion a su biografia


No es ésta una relación completa, día tras día, detalle por detalle, de una vida de Santa.

Una existencia como la de Ana de Jesús, tan llena de obras como compleja en sus móviles de actuar y proceder, no puede resumirse en unas doscientas cincuenta páginas.
Súmase a esto el que en ella se halla comprendida toda la historia de los comienzos del Carmen Descalzo y de las grandes figuras que desempeñaron un papel importantísimo en la fundación, desarrollo y difusión del mismo.


Además, las fuentes históricas: testimonios y documentos de archivo, fueron concienzudamente estudiados y utilizados por el R.P. Bertoldo-lgnacio de Santa Ana, c.d., en su voluminosa obra "Vida de la Madre Ana de Jesús, coadjuto-ra de Santa Teresa en la obra de la reforma del Carmelo y fundadora de la Orden en Francia y Bélgica" (Malinas, H. Dessain, 1874 - 2 vol.); así como en "Ana de Jesús y las Constituciones de las Carmelitas Descalzas o Memoria justificativa. . ." (Bruselas, Ed. Vromant, 1874).


En general son a estas obras a las que hacemos referencia. La vida de Ana de Jesús ofrece, además de esto, la especial dificultad de que la abundancia e importancia de los hechos externos tanto como la profusión de los dones gratuitos, que en ella se manifiestan con fenómenos excepcionales, nos exponen al peligro de inducirnos a casi olvidar lo esencial, lo único que explica todo: la riqueza y profundidad de su vida interior, de su unión mística con Dios, aunque jamás podremos saber los detalles de la exuberante interioridad de su alma.


Si, de intento, hemos omitido muchos hechos maravillosos y manifestaciones extraordinarias

y sensibles, ha sido porque todavía no nos es permitido anticiparnos al juicio de la Iglesia afirmando su carácter milagroso. También porque, a pesar de toda la importancia que

puedan tener, no constituyen lo esencial de esta magnífica vida.
Lo esencial radica en el plano de las virtudes teologales, de la gracia santificante,

y de los dones del Espíritu Santo.


Este doble aspecto de la vida de Ana de Jesús, cuyo elemento más importante es también el menos visible, responde, sin embargo, a una necesidad tan actual e imperiosa como es la urgencia del equilibrio de nuestras actividades naturales: científicas, sociales, políticas y económicas. Equilibrio tanto más indispensable si queremos colocar nuestra actividad humana en la proyección de la actividad inmanente de Dios.


Ana de Jesús fue suscitada en una época casi tan desasosegada como la nuestra;

estuvo abocada a problemas que recuerdan los que nosotros conocemos: de la herejía al nacionalismo, pasando por la indiferencia y la tibieza religiosas.
No obstante, apenas sí se encontrará vida más "una" en la diversidad;

más activa que la de esta contemplativa: más equilibrada en su armónica fusión y,

en todo momento, de una fuerza humana actuante,

pareja con la más alta contemplación pasiva.
En definitiva, nos muestra por qué estrecho sendero

fue a parar a la realidad de un auténtico humanismo cristiano.