jueves, 21 de abril de 2011


(parte 16)

Suponemos que en Madrid, la buena relación de los antiguos priores granadinos debió continuar de manera estrecha, especialmente en los primeros años. Era, al cabo, un convento que en septiembre de 1586 fundan juntos, rodeados de la pompa real, el clamor popular y "cierto prodigioso resplandor", que la propia Ana describirá en su deposición en los procesos de beatificación y canonización de Santa Teresa, como manifestación divina de la importancia de la empresa en la que ambos participan:
(...) y algo de esto nos parece quiso el señor mostrar cuando vinimos a la fundación, que por habernos dicho querían personas graves hacernos recibimiento a la entrada de Madrid, nos detuvimos en un pueblo antes, tanto que llegamos víspera de Nuestra Señora de Septiembre a las nueve de la noche, y una legua o más de Madrid después de anochecido vimos todos los que íbamos, una luz tan grande que salía del cielo y daba sobre el circuito de los carros en que veníamos y de todo el campo que nos cercaba, como el sol, estando lo demás todo oscuro (,,,) (485-486)
Pero, en puridad, y a partir de este momento, apenas existen documentos que testifiquen la intensidad y la continuidad de una relación, por supuesto, existente; ni la frecuencia de un trato que, forzosamente, tuvo que ser esporádico: Juan de la Cruz volvió a Andalucía, fundó en Caravaca en 1586, continuó de prior en Los Mártires y asistió al capítulo de Valladolid en 1587, estableciéndose, posteriormente en Segovia como primer definidor y consiliario de la Consulta.
Es mas seguro que se carteasen, pero ninguna carta de Juan dirigida a la priora de Madrid ni a las monjas del convento de Santa Ana ha llegado hasta nosotros, como tampoco de Ana a us antiguo director. Es probable, igualmente, que Juan de la Cruz visitase a su antigua amiga con motivo de la celebración en Madrid del capítulo general de la reforma, en junio de 1588, y que incluso la confesase a ella misma y a sus monjas; algunas, Beatriz de Jesús (Cepeda) o Ana de Jesús (González), por ejemplo, antiguas dirigidas suyas en Beas y Granada. Es más, si hemos de creer a la mentada María de la Encarnación (Salazar) y fiarnos de su memoria, la relación fue entrañable e intensa:
Con quien mas familiarmente trato y comunico la Venerable Ana de Jesús su espíritu fue con nuestro fray Juan de la Cruz y el la tuvo en gran veneraci{on y respeto, y allí en Madrid confesándome yo con este nuestro santo me decía grandes alabanzas de nuestra Venerable Ana de Jesús y entre otras cosas me decía que en las partes y valor natural aún le parecía le había Dios dado algo mas que nuestra gloriosa Santa Teresa y que en lo sobrenatural no era menos (417),

sábado, 9 de abril de 2011



NUEVOS TIEMPOS RECIOS


(parte 15)


Pese a las rias experiencias personales y comunitarias conseguidas en los años vividos en tierras andaluzas, no siempre, ni mucho menos, sentidos como destierro, Juan y Ana -y he aquí otro punto de referencia que los une- no lograron vencer la nostalgia de su tierra de origen: desearon volver a Castilla y son varias las veces que podemos documentar lo que parece fue para ambos deseo intermitente. Ana de Jesús lo manifestará así a Santa Teresa, inmediatamente después de finalizar sus tres primeros años como priora de Beas. Juan hará lo propio, alternando su misión escencial de contemplativo-poeta y confesor de monjas -lectoras y copistas- entusiastas con otras crecientes actividades: el mencionado rectorado del colegio universitario de Baeza en 1579, sus primeros viajes a Castilla, cinco años despu{es de la escapada toledana, con asistencia al cap{itulo de Alcalá de 1583; la visita a Santa Teresa en Ávila para preparar la fundación de Granada -última entrevista de "los santos del Carmelo" y tan ambigua como decepcionante para poder sostener con un mínimo de certeza la creencia oficial y popular de una gran amistad mutua- el capítulo de Almodóvar en 1583; la fundación de Málaga y Córdoba, en 1585 yy 1586 respectivamente, o la asistencia al capítulo de Lisboa y su continuación en Pastrana en 1585, en el que, desplazando a Gracián, se proclama a Nicolás de Jesús Maria (Doria) segundo provincial de Descalcez.


La ascensión de Doria supuso el comienzo de una reorganización de la orden que, en un primer momento, elevó a Juan de la Cruz a un protagonismo que anteriormente nunca había tenido en el gobierno del Carmen, que se inicia en 1587 con el nombramiento en el capítulo de Valladolid como definidor y vicario de Andalucía y culmina en 1588 con su elección de primer definidor general, tercer consejero de la Consulta y superior de la casa generalicia de Segovia.


A decir verdad, también con la subida de Doria cobró Ana de Jesús una clara relevancia, pues fue el nuevo provincial quien la designó para fundadora y priora del primer carmelo de monjas descalzas de Madrid, tan largamente deseado por Santa Teresa. Volvió a Castilla, al más privilegiado lugar de influencias. Pero el camino desde Granada lo hizo, como ya indicamos, al menos en un buen trecho, con fray Juan de la Cruz, el amigo íntimo de Andalucía, la tierra que ella dejaba ya para siempre.