miércoles, 3 de noviembre de 2010


PARTE 3
Preciosísimas, en este sentido, e infinitamente más ricas en número y datos por lo que atañe a San Juan, y ello como constante a lo largo de los siglos. Así, frente a las tres biografías barrocas del santo: la de José de Jesús maría, la de Alonso de la Madre de Dios, y la de Jerónimo de San José, Ana de Jesús contara sólo con una conocida e impresa, la ya citada de Ángel Manrique, verdadero paradigma hagiográfico de la vida, virtudes y milagros de la sucesora de Santa Teresa en el Carmen descalzo.

Por lo que se refiere a esta última biográfia, será el mismo autor el que señale, de manera general, no en la particularidad de cada caso, la procedencia e índole de sus fuentes históricas y sus lagunas documentales. Y así, la vida de Ana, a partir de su noviciado y profesión en la descalcez, coincidente con el inicio del segundo libreo de la mentada Vida, se asiente en las "fundaciones y vida de la Santa Madre Teresa de Jesús; vida y escritos del Padre Maestro Fr. Jerónimo Gracián; deposición y cartas de la misma Venerable Ana; vida del Venerable Fr. Juan de la Cruz", deposiciones de personas fidedignas, en especial las "Religiosas, grandes Siervas de Dios, Madre Madalena del Espíritu Santo y Francisca de la Madre de Dios", más papeles que el facilita el Doctor Andrés Duval y, especialmente, Beatría de la Concepción, la inseparable compañera y discípula de Ana, y su "Alteza Serenísima", la infanta Isabel Clara Eugenia, mandataria de la empresa y a quien Manrique dedica la obra.

También vale el biógrafo de bulas fundaciones y noticias de recepción y transmisión de oídas, modalidad fehaciente en el siglo XVII y todavía actuante en los carmelos femeninos. En cambio, en el libro primero, correspondiente a la infancia y juventud de la biografiada, Manrique declarará, con algún rodeo, ser esta parte "la más dudosa de su navegación (...) por más escondida; negada no solamente a ojos, sino a plumas, y lenguas igualmente"; y admitiendo, finalmente, algún desvío en relación a la historia verdadera: "en ella no me atrevo a asegurar que no he faltado", sin poder concretar la procedencia de cualquier fuente escrita y oral, que no posee, pero potenciando, eso sí, a través de la invención, el núcleo originario de una historia forzosamente fantasiosa y maximalista.

En ella Ana aparece envuelta por la aureloa de la santidad ab initio; santidad heróica, decididamente resuelta desde su más tierna infancia a la exaltación de la virginidad y el deseo de perfección por la práctica de la oración y la mortificación; santidd sobrepuesta, además, a la posesión de singular belleza y esclarecido linaje, detales estos útlimos que engrandecen más la virtud y el valor de la renuncia al mundo y a sus pompas de tan atractiva y, al parece, cortejada doncella.

...3/continúa