sábado, 18 de diciembre de 2010


Parte 9

Sí, a excepción de fray Alonso de la Madre de Dios, los restantes biógrafos barrocos de San Juan silencian por desconocimiento -o acaso por considerar el hecho irrelevante- el paso de Ana de Jesús por Mancera, para recabar y magnificar, en cambio, la presencia allí de la "Santa Madre Teresa", el encuentro en Beas de Ana y Juan, con mayor o menor énfasis, será lugar común de todas las historias. Solo José de Jesús María silenciará -lo hace siempre que puede- el nombre de Ana, a la que nominará a la intensa relación espiritual y poética creada entre las monjas de aquel convento y el prior de El Calvario. Por el contrario, y lógicamente, Ángel Manrique, como biógrafo de la venerable, ensalzará el encuentro y, con su proceder narrativo habitual, lo adornará con el toque de la divina predestinación:

Podemos presumir que lo ordenó así Dios, por dar lugar al Venerable Padre en el nuevo Convento, hijo de zelo de Ana de Jesús; a quien tenía guardada esta gran dicha (III, VIII, 181).

Lo describirá, además con pormenor, sentando las bases de los lugares comunes que se repetirán siempre: la llegada del enfermo, los cantos en el locutorio, los arrobos, las confesiones, la carta de la Madre Teresa con su recomendación, las visitas, los milagros, los exorcismos, la ayuda mutua, el requerimiento poético y doctrinal...Insistirá, además, Manrique en una relación única por parte de Ana, como penitente y sobre todo dirigida, intensa, continua y poco menos que eterna:

Obedeció por tal todo el tiempo que vivió el Padre Fr. Juan que fueron poco menos que quince años (III, VIII, 183).

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