martes, 23 de diciembre de 2008

Prefacio por su Eminencia el Cardenal Van Roey


PREFACIO
Por Su Eminencia el Cardenal Van Roey

Es el XVI un siglo marcado por radicales contrastes religiosos. En él se da, en efecto, la dolorosa rebelión del Protestantismo contra la fe católica y la autoridad de la Iglesia, arrastrando tras sí una profunda degradación religiosa y moral manifiestamente provocada por el poder de las tinieblas, enemigo implacable de la obra redentora de Cristo.


Opuesto al Protestantismo surge el maravilloso movimiento de renovación espiritual, visiblemente promovido por el Espíritu Santo, alma vivificante de la Iglesia Católica, cuyo destello es tan brillante y poderoso que disipa, por así decir, las sombras que deslucen este período de la historia de la Iglesia.

La divina Providencia suscita, en estos tiempos de profunda convulsión religiosa,
almas de fuego que oponen, a los ataques de la pretendida-Reforma,

lo que el Apóstol llama "La armadura de Dios", "El escudo de la fe".

"La espada del espíritu que es la palabra de Dios". (Ef. 6 13-17).


España, tierra de heroísmo, que acaba de liberarse del yugo sarraceno, es la primera en dar nacimiento a estos esforzados paladines de la causa de Dios.

Ignacio de Loyola es una de las grandes figuras caballerescas de esta restauración católica. Al fundar la Compañía de Jesús, dota a la Iglesia de selectas falanges que, mediante la enseñanza, la predicación y su multiforme acción apostólica, oponen un dique infranqueable a los desbordamientos de la herejía.

Santa Teresa de Jesús, al igual que S. Ignacio, fue predestinada por el Espíritu Santo para reanimar y hacer brillar, en el seno de una sociedad profundamente convulsionada, la luz de la fe y vivir la verdadera vida católica.

Pero no lo hace por medio de la actividad apostólica externa, sino fundando el Carmelo Reformado, es decir, creando hogares de vida mística donde la oración, la contemplación y la penitencia, serían los instrumentos de renovación y consolidación más valiosos y eficaces aún, que todos los de los más celosos obreros evangélicos.

Su influencia la ejerce sobre innumerables almas a las que retrae del mundo mediante la maravillosa irradiación de sus monasterios carmelitanos; por sus escritos, totalmente penetrados de la luz y suavidad del Espíritu Santo; y, además, por la esmerada formación de religiosas que serían celosas imitadoras y propagadoras de su estilo de vida y de su doctrina.
La Venerable Madre Ana de Jesús, cuya atractiva figura nos presenta esta obra que nos cuenta su ajetreada vida, descuella, de modo muy especial, entre las principales religiosas que, de los primeros Carmelos, fueron escogidas y moldeadas por la gran Fundadora.

Ana de Jesús, tanto por sus cualidades humanas como por sus virtudes religiosas y dones sobrenaturales, se granjeó la estima, el afecto y la total confianza de Santa Teresa que la miraba y trataba como a su principal colaboradora en la gran obra que, para gloria de Dios
y santificación de las almas, había emprendido.

Colaboró eficazmente en la fundación, a veces ardua y delicada,
de Carmelos como los de Granada y Madrid.

Santa Teresa decía de ella que estaba "hecha para gobernar un Imperio".

Fue su coadjutora, firme y lúcida, en el mantenimiento del espíritu de las Constituciones de la Reforma Carmelitana así como en la defensa y propagación de los escritos de la Santa Fundadora. Finalmente,fue su continuadora, tras la muerte de la Santa, cuya obra prosiguió asegurando, de esta forma, su expansión fuera de España y la feliz realización del ideal misionero que animaba a la gran Reformadora.


Inalienable mérito de Ana de Jesús es haber aceptado trasplantar a Francia y luego a los Paises Bajos, la obra teresiana posibilitando, de este modo, su futura expansión a toda la Iglesia. Esta empresa extraordinaria, cargada de incógnitas y de azares, pondrían extraordinariamente de relieve los sobresalientes dones, naturales y sobrenaturales, de que estuvo adornada esta hija predilecta de la Santa.


En Francia, en medio de dificultades sin cuento, funda el Carmelo de París
y después el de Dijon; en tanto que su compañera, la Beata Ana de S. Bartolomé,

futura fundadora del Carmelo de Amberes, erige el de Pontoise.

Pero será en Bélgica principalmente, a donde le llama la fiel amistad de los Archiduques,
Carlos Alberto e Isabel Clara Eugenia, donde mostrará su exacta talla moral al mismo tiempo que funda en Bruselas, en 1607, el primer Carmelo de los Países Bajos con el alentador y generoso apoyo de los Soberanos y la bendición del Arzobispo de Malinas,
Mons. Matías Hovius. Más tarde, fundará los de Lovaina y Mons.

Para conocer con exactitud el puesto excepcional que la M. Ana de Jesús ocupa en la obra de la Santa, baste con decir que casi todos los Carmelos existentes en el mundo, han surgido de los monasterios fundados por la Venerable Madre.

Hasta su muerte, ocurrida en 1621, esta gran monja consolidó la obra teresiana

con el ejemplo de su vida de perfecta carmelita; con la formación, en la vida mística,
de muchas almas privilegiadas que se pusieron bajo la dirección de su cayado priora;

con la difusión de los escritos de la Santa y posterior traducción en lengua flamenca;
y en fin, con la prueba de una larga y penosa enfermedad soportada

con admirable sentimiento de fe y de amor.


Hace tres siglos y medio que, en el Carmelo de Bruselas,


viven santificándose con el espíritu de su ilustre fundadora,


heredera directa del espíritu de Santa Teresa de Jesús
Muchas almas privilegiadas Son ellas las que guardan fielmente,
con sus preciosas e históricas reliquias, el recuerdo de sus gestas,
de sus luminosos ejemplos y de los insignes méritos de su vida religiosa.

Al conmemorarse el trescientos cincuenta aniversario de la fundación de este monasterio, la experta pluma de un autor, que al talento literario une un profundo conocimiento del espíritu e historia del Carmelo, consigue hacer revivir la gran figura de esta Venerable Madre.

¡Quiera Dios que esta nueva biografía de una mujer que con prodigiosa eficacia se sirvió de las solas armas de la fe y del amor, viviendo en una época no menos agitada y cuestionada que la nuestra, pueda estimularnos a hacer lo mismo, y producir en amplios medios, abundantes frutos de santidad y salvación!


QUIERA DIOS TAMBIEN, QUE ESTE HUMILDE BLOG


SIRVA PARA CONOCER MAS Y MEJOR A ESTA SANTA CARMELITA


Y DESDE CONOCIMIENTO SEA ESTIMULADA LA IMITACION


En alabanza de Cristo


Amen



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