domingo, 27 de noviembre de 2011


En pleno siglo XVI Santa Teresa supo rodearse de hombres y mujeres de gran altura humana y espiritual. Una de esas mujeres fue Ana de Lobera, conocida también por Ana de Jesús. Una mujer que buscó su lugar en la Iglesia y lo encontró en el carisma de Teresa de Jesús; que lo vivió a fondo y luchó por él en momentos de persecución e incomprensión.
Ella es también una profeta que defendió el don que el Espíritu había dado a la Iglesia con el carisma teresiano-sanjuanista ante quienes querían manipularlo o deformarlo. ¿Qué puede decir esta mujer del siglo XVI a los carmelitas de hoy? Como a todos los profetas, para entenderle mejor hay que conocer su situación histórica, por qué ideales luchó, movida por qué criterios, para que nos dé luz a los que hoy buscamos una fidelidad creativa discerniendo los signos de los tiempos.

lunes, 21 de noviembre de 2011


(parte 24)
LA MEMORIA DE ANA

El encarcelamiento de Ana de Jesús en la celda-prisión del Carmen de Madrid duró aproximadamente tres años, en la práctica hasta la muerte de Doria, el nueve de mayo de 1594. Durante el priorato de María de San Jerónimo (Dávila), traida desde Ávila por la acción de la consulta en 1591, tras la deposición de María del Nacimiento (Ortíz), el por entonces reciente general no se atrevió a apartar a Ana de la corte, donde gozaba de la protección y estima de personajes ilustres y poderosos, aunque careciese del favor fundamental del rey.

Luego, ella misma quiso recluirse en Salamanca, su convento de origen, en el que en seguida se granjeó el fervor de las monjas -pues muy pronto la eligieron por priora- y la admiración de los espirituales y letrados de la ilustre ciudad universitaria. El Carmen, sin embargo, siguió marginándola, propiciando a la vez su marcha a París en 1604 como fundadora de nuevos carmelos.

Pudo haber sido éste, y en verdad lo fue en la intención de la orden y del nuevo general descalzo, Francisco de la Madre de Dios, un destierro solapado de la ilustre carmelita. Pero por la ley de la compensación, la transformación y el esfuerzo, acabó siendo la proyección europea de Ana de Jesús, del teresianismo y, en gran medida y en un principio, de la obra literaria y doctrinal de Juan de la Cruz.

El caballero franco-español Jean de Quintanadueñas de Brétigny había solicitado ya, en 1587, descalzas españolas para fundar en Francia, apuntando a una en particular: María de San José (Salazar), por aquel entonces priora de Lisboa. Francisco de Sales, monseñor de Béllure, los doctores de la Sorbona Gallemant y Duval, Madame d'Acarie, dama piadosa del llamado "Paris devoto" y el propio Brétigny promovieron otra vez, en 1602, el asunto de las fundaciones francesas y, ante las reticencias de la Descalcez española, pidieron y obtuvieron, directamente del papa Clemente VIII, el breve que las autorizaba.

Pero María de San José había muerto desterrada en 1603 en el apartado convento de Cuerva. Los franceses -Brétigny, particularmente- lo sabían y no ignoraban los acontecimientos ocurridos en Madrid alrededor de 1591. Precisaban carmelitas de un determinado estilo y se fijaron en Ana de Jesús, quien accedió a sus ruegos en busca de nuevos horizontes para el Carmen primigenio y genuinamente teresiano, al que ella, pese a todo, no había renunciado.

sábado, 12 de noviembre de 2011

A Ana de Jesús de un devoto suyo


Fénix diurna quien ardiente llama

De vuestro Amado, allí abrazar os veo

y entre arabias aromas y fabeo

la vida renovaís en eterna fama.


 
La alada corte vuestro nombre aclama

Y para celebrar vuestro meneo

Con gloria eterna y celestial trofeo

El sacro esposo, por su esposo os llama.

 

Ya le gozaís en dulce lazo unida

Ya le veís cara a cara fin recelo

En perdurable y mejorada vida.

 
 
Y aunque trocaís el suelo

Vuestra suprema caridad no olvida

Las plantas que regasteís para el cielo.
 
 

viernes, 4 de noviembre de 2011

”Después de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, ninguna mujer puede compararse con Ana de Jesús, por el espíritu, por la oración y por la administración de negocios
(P. Tomás de Jesús)